viernes, 4 de mayo de 2018

Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti




Versículo clave:
“Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti. Esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas.” Mateo 7:12



A todos nos encanta tener amigos, nos gusta que la gente se acuerde de nosotros, que celebre nuestras victorias, pelee nuestras batallas y llore con nosotros en nuestras etapas de crisis. Vamos por la vida conociendo gente nueva y cuando menos nos damos cuenta empezamos a desarrollar relaciones de confianza con alguien en el trabajo, la escuela, la iglesia o algún otro lugar que solemos frecuentar. Con el paso del tiempo algunas de estas relaciones crecen para convertirse en amistades que duran por meses o años. Sin embargo, no todas nuestras relaciones de amistad duran tanto como quisiéramos, a muchos de nosotros nos ha pasado que al dejar de tener intereses en común, o separarnos el tiempo o la distancia hemos visto partir buenos amigos de quienes solo nos quedan algunas buenas memorias. ¿Cuál es el éxito de las personas que tienen muchos años siendo amigos y que pareciera que cada día crece más su amistad? Que han decidido tomar decisiones que los acercan, han escogido compartir su vida uno con el otro, han alineado sus intereses y han cedido en más de una ocasión a sus anhelos y expectativas para ajustarse a las necesidades de su amigo. ¡Qué difícil es para alguien que solamente le interesa su vida y sus propios proyectos el desarrollar una relación de amistad que dure más de un par de semanas! Para que una relación funcione se necesitan dos interesados, dos comprometidos y dos que hayan decidido amarse uno al otro por encima muchas veces de sus propios intereses. ¿Qué no fue esto lo que hizo Jesús al venir a dar su vida en la cruz? Dio el primer paso para establecer una relación de amistad y de amor con nosotros, se interesé tanto en nosotros que vino a tomar nuestro lugar para rescatarnos y restaurarnos, se comprometió a amarnos con su propia vida y decidió estar a nuestro lado sin importar lo que pudiera suceder. ¡Nos toca ahora a nosotros corresponder a la relación de amistad que el Hijo de Dios nos ofrece!

No te esperes a recibir para comenzar a dar
“Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti. Esa es la esencia de todo lo que se enseña en la ley y en los profetas”
. El apóstol Pablo escribe en el capítulo 8 de su carta a los cristianos de Roma que: “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros“, es decir, mucho antes de que nos diéramos cuenta de que necesitábamos un Salvador, ¡Él ya había dado su vida por nosotros! Jesús no se esperó a ver si nos arrepentíamos de nuestros pecados primero o íbamos a rogarle por su ayuda para entonces decidir si nos amaría o no, el Señor no se puso a ver si le convenía adoptarnos o qué podría recibir a cambio de una relación con un montón de humanos imperfectos y pecadores, ¡Él decidió amarnos unilateralmente cuando nosotros vivíamos lejos de Él y sin ningún interés de conocerle! El Creador del mundo no se esperó a recibir algo de nosotros para entonces entregar la vida de su hijo para salvarnos sino que como menciona el conocido capítulo 3 del Evangelio de Juan: “de tal manera amó Dios al mundo que dio…”. ¡Ese es el estándar que deberíamos tener y seguir todos aquellos que nos decimos seguidores de Jesucristo e Hijos de Dios! Deberíamos amar tanto a los demás que estuviéramos listos para darles nuestro tiempo, nuestro amor y nuestra ayuda, deberíamos estar atentos a toda situación donde el mensaje de Jesús pudiera ser expuesto para que su salvación alcanzara a más y más personas cada día a través de nuestras vidas. ¡No te esperes a recibir para comenzar a amar! Jesús no enseñó que: “así como te hicieron ahora ve tú y hazles lo mismo…”, ¡fue todo lo contrario! ¿qué te gustaría que hicieran contigo?, ¡Eso ve y haz tú primero!

 Ama a Dios sin restricciones
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Tengo muchos años de ser cristiano y asistir a reuniones dominicales, hubo una etapa de mi vida en la que incluso llegué a asistir a 4 reuniones cada domingo más otros tantos entre semana. Me di cuenta que ¡es muy fácil dejarte llevar por la rutina y los rituales cuando estás en la iglesia! Si todos aplauden te dejas llevar por la inercia y aplaudes también, si te sabes la canción la repites aunque tu mente está puesta en la persona que está entrando o en lo que comerás más tarde que termine el sermón, pareciera que estamos ahí siendo parte de una cita grupal con el Señor pero ¡no tenemos todo nuestro corazón ni toda nuestra alma ni toda nuestra mente en lo que estamos haciendo! Jesús enseñó en la porción del Sermón del Monte que estamos estudiando en nuestra lectura del día de hoy que debemos hacer a los demás lo que queremos que hagan con nosotros, ¿en verdad queremos que Dios se distraiga cuando lo buscamos o que tenga su mente en algo más importante cuando estamos clamando por Él?, ¿estamos amándolo de acuerdo a lo que Jesús enseñó en el Evangelio de Mateo cuando le damos una pequeña porción de nuestra atención y de nuestro tiempo? ¡Necesitamos comenzar a amar a Dios con toda nuestra atención, todos nuestros pensamientos, emociones, tiempo y entendimiento! No hay mandamiento más grande que amar a Dios y entonces, ¡estamos violando el mandamiento más grande cuando mostramos desinterés por aquello que el Señor considera importante!

 “Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos”. La base de nuestro cristianismo necesita ser una relación de amor con Dios, porque cualquier otra cosa que pongamos como base no durará. ¿Te casarías con alguien que te busca con disciplina, te visita cada semana, habla de ti a otros pero que en el fondo de su corazón no te ama ni se interesa en conocerte más en persona? ¡Por supuesto que no! Porque aunque esa persona crea que nos ama, ¡la verdad es que no lo hace! Más cristianos de los que creemos tienen una relación con el Señor basada en rituales, religión y obediencia a mandamientos pero no le han entregado su corazón completamente a Dios ni invierten en pasar tiempo con Él. Están haciendo con su relación con Dios ¡lo que no quisieran que quienes lo aman hicieran con ellos! Tomemos hoy la decisión de corresponderle a Dios todo el amor, tiempo, compromiso y dedicación que nos ha mostrado. Decidamos pasar tiempo a su lado, invirtamos en una relación con Él, leamos su Palabra y busquemos su corazón. Y tan pronto hayamos puesto en práctica este más grande mandamiento de amarlo por encima de todo, ¡repliquemos este amor ahora amando a los demás de la manera en que Jesús nos ha amado! Dando el primer paso sin esperar a que alguien más lo de, poniendo la otra mejilla, llevando la carga extra, perdonando y dando una nueva oportunidad.

 Pídele a Dios que te enseñe a amar a otros como Él te ha amado, pídele oportunidades de hablarle de su mensaje de salvación a personas que no le conocen, pídele que te ayude a desarrollar relaciones de amistad donde su nombre sea puesto en alto.
Dale gracias a Dios por su compromiso y entrega por ti y toma decisiones para corresponder a su amor y hacer con Él lo que te gustaría que Él hiciera contigo.

¡ Dios te bendiga!

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