¿Y qué hace un padre cuando su hijo es rebelde y hace lo que le apetece? ¡Lo sabemos bien! Las consecuencias de la desobediencia las conocemos por experiencia propia o porque es lo que hacemos o haremos con nuestros hijos. Lo primero es: el castigo, segundo: la reprensión y tercero: la lección. Pero el enfado y la decepción de un padre por la desobediencia de sus hijos suele permanecer por cierto tiempo; algunos lo recuerdan por largos años. Pero la noticia de hoy, es que a nuestro Padre Celestial y Dios eterno, el enfado y la ira le duran poco porque su misericordia es infinita y su amor inexplicable. A pesar de nuestra desobediencia y rebeldía, él nos ama y nos sana.
Clemente y misericordioso es Jehová, Lento para la ira, y grande en misericordia. (Salmos 145:8)
Esta sanidad hace referencia al perdón y a la restauración. Dios quiere nuestro bien y sabe que si fallamos, le necesitamos, entonces no se aparta, antes se conmueve y nos abraza. Él sólo espera que nos acerquemos y le contemos qué hemos hecho, por qué lo hemos hecho y sentir el arrepentimiento sincero de nuestro corazón, para lavarnos y sanar nuestro espíritu nuevamente. Y escribo nuevamente porque volverá a pasar y él nos volverá a sanar porque nos ama.
Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. (Salmos 34:18)
Si embargo hay algo que no debemos olvidar, su perdón y misericordia no nos dan libertad para pecar. Entonces andemos en obediencia y sujeción en la vida, resistiendo la tentación y negándonos al pecado por amor a Cristo y a Dios Padre.
Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. (Gálatas 5:13)
¿Has sido rebelde con Dios?
¿En qué desobedeciste?
No me lo digas, díselo a él,
que aún a pesar de tu error y pecado, te perdonará y seguirá amando.
A él que tendrá misericordia de ti y te mirará con amor y ternura. A él que será paciente y nunca
pagará conforme a la grandeza de nuestros errores. A él que con amor eterno te ha amado.
¡Bendito seas Señor, Dios justo y misericordioso!
¡Gracias por amarnos eternamente y no tener en cuenta nuestra transgresión!
Esta sanidad hace referencia al perdón y a la restauración. Dios quiere nuestro bien y sabe que si fallamos, le necesitamos, entonces no se aparta, antes se conmueve y nos abraza. Él sólo espera que nos acerquemos y le contemos qué hemos hecho, por qué lo hemos hecho y sentir el arrepentimiento sincero de nuestro corazón, para lavarnos y sanar nuestro espíritu nuevamente. Y escribo nuevamente porque volverá a pasar y él nos volverá a sanar porque nos ama.
Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. (Salmos 34:18)
Si embargo hay algo que no debemos olvidar, su perdón y misericordia no nos dan libertad para pecar. Entonces andemos en obediencia y sujeción en la vida, resistiendo la tentación y negándonos al pecado por amor a Cristo y a Dios Padre.
Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. (Gálatas 5:13)
¿Has sido rebelde con Dios?
¿En qué desobedeciste?
No me lo digas, díselo a él,
que aún a pesar de tu error y pecado, te perdonará y seguirá amando.
A él que tendrá misericordia de ti y te mirará con amor y ternura. A él que será paciente y nunca
pagará conforme a la grandeza de nuestros errores. A él que con amor eterno te ha amado.
¡Bendito seas Señor, Dios justo y misericordioso!
¡Gracias por amarnos eternamente y no tener en cuenta nuestra transgresión!
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