¿Qué nos hace valiosas a las mujeres?
Hay quien pensaría que una mujer de valor es aquella por la que los hombres babean en la calle, aquella que va de última moda, luce joyas, tiene un cuerpo escultural y tiene hombres de dinero pretendiéndola. Pero las mujeres de valor no somos así. Damos más importancia a lo que perdura y no se devalúa: nuestro interior. Sabemos que cuidándolo seremos más valiosas cada año que pasa.
Este mundo a veces nos confunde: nos hace pensar que lo correcto es lo falso, lo engañoso, lo inverosímil, lo indolente… Nos hace creer que las mujeres de valor son las de buena posición económica, ejecutivas, mujeres pedantes que creen que a causa de su belleza física el cielo debe rendirse a sus pies y toda la humanidad debe reverenciarles. ¡Pero NO!
Las mujeres de valor no somos así, las mujeres de valor no nos ufanamos de lo exterior cuando por dentro sólo somos miseria, las mujeres de valor no nos rendimos ante lo que la gente nos impone, las mujeres de valor no caminamos orgullosas por estar a “la moda” .
Las mujeres de valor aprendemos a no compararnos con otras, aprendemos que nuestra autoestima no reside en mirarnos en un espejo y cuestionarnos si estamos gordas o flacas, altas o bajas, en si tenemos curvas llamativas o no. Nuestro valor va más allá de la trivialidad de un 90-60-90, un 34b, una talla 4 o unos 1.70 metros de estatura… Nuestro valor reside en nuestra mirada, en nuestra preciosa mirada que deja entrever la grandeza y la nobleza de nuestro corazón que se esparce por la vida de quienes nos rodean sin reparo alguno.
Lo que una mujer valiosa no quiere:
No queremos ser mujeres que con lápiz labial, cubren palabras sospechosas, hirientes, engañosas. No queremos ser mujeres de pronunciadas caderas que se contonean de lado a lado, de forma engreída, bañada por ilusoria vanidad. No queremos ser mujeres de altos tacones que nos puedan hacer pensar que nadie está a nuestra altura. No queremos ser mujeres de largos cabellos, aquellos de egocéntrica caída y voluminosa ingratitud que ignoran a las personas que les necesitan. No queremos ser mujeres de manos hermosas, que no reparan en golpear y arañar los corazones de quienes nos rodean. No queremos ser mujeres de grandes pechos, secos, vacíos, plásticos… No queremos ser mujeres de cintura de látex y mentes maltratadas por los embates de la estrechez de nuestro pensamiento. No queremos ser mujeres de ojos grandes y mirada indolente. No queremos ser mujeres de cara bonita y pensamiento blando. No queremos ser mujeres cuyo aroma desaparece fácilmente en el viento.
¡Queremos ser más! Queremos ser más que bocas, más que caderas, más que pechos, más que ojos, más que plástico… Queremos ser mujeres de pasos grandes, mirada compasiva y besos amorosos; mujeres de vida y espíritu fértil; mujeres de decisiones, dulzura, fortaleza e inspiración.
Queremos lo el diseño original con el que Dios nos creo...
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
11. El corazón de su marido está confiado en ella, Y no carecerá de ganancias.
12. Ella le acarreará el bien y no el mal Todos los días de su vida.
13. Busca la lana y el lino, Y diligentemente trabaja con sus manos.
14. Es como la nave del mercader, Que trae su pan desde lejos.
15. Se levanta cuando aún es de noche, Da alimento a su familia, Y la porción asignada a sus criadas.
16. Evalúa un campo, y lo compra, Y del fruto de sus manos planta una viña.
17. Ciñe con fuerza sus lomos, Y fortalece sus brazos.
18. Ve que sus negocios van bien, Su lámpara no se apaga de noche.
19. Aplica sus manos a la rueca, Y sus dedos manejan el huso.
20. Extiende su mano al pobre, Sí, alarga sus manos al necesitado.
21. No tiene temor de la nieve por los de su casa, Porque toda su familia está vestida de vestidos dobles.
22. Teje tapices para sí, De lino fino y de púrpura es su vestido.
23. Su marido es respetado en la puerta,° Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
24. Teje ropa de lino y la vende, Y provee ceñidores al mercader.
25. Está vestida de fuerza y dignidad, Y se sonríe ante el mañana.°
26. Abre su boca con sabiduría, Y la ley de la clemencia está en su lengua.
27. Vigila la marcha de su casa, Y no come su pan de balde.
28. Sus hijos crecen, y la bendicen, Su marido también la alaba diciendo:
29. Muchas son las mujeres hacendosas, Pero tú las has superado a todas.
30. Engañosa es la gracia y fugaz la hermosura, Pero la mujer que teme a YHVH, ésa será alabada.
31. ¡Dadle del fruto de sus manos, Y que sus mismas obras la alaben en la puerta!
Proverbios 31:10-31
Hay quien pensaría que una mujer de valor es aquella por la que los hombres babean en la calle, aquella que va de última moda, luce joyas, tiene un cuerpo escultural y tiene hombres de dinero pretendiéndola. Pero las mujeres de valor no somos así. Damos más importancia a lo que perdura y no se devalúa: nuestro interior. Sabemos que cuidándolo seremos más valiosas cada año que pasa.
Este mundo a veces nos confunde: nos hace pensar que lo correcto es lo falso, lo engañoso, lo inverosímil, lo indolente… Nos hace creer que las mujeres de valor son las de buena posición económica, ejecutivas, mujeres pedantes que creen que a causa de su belleza física el cielo debe rendirse a sus pies y toda la humanidad debe reverenciarles. ¡Pero NO!
Las mujeres de valor no somos así, las mujeres de valor no nos ufanamos de lo exterior cuando por dentro sólo somos miseria, las mujeres de valor no nos rendimos ante lo que la gente nos impone, las mujeres de valor no caminamos orgullosas por estar a “la moda” .
Las mujeres de valor aprendemos a no compararnos con otras, aprendemos que nuestra autoestima no reside en mirarnos en un espejo y cuestionarnos si estamos gordas o flacas, altas o bajas, en si tenemos curvas llamativas o no. Nuestro valor va más allá de la trivialidad de un 90-60-90, un 34b, una talla 4 o unos 1.70 metros de estatura… Nuestro valor reside en nuestra mirada, en nuestra preciosa mirada que deja entrever la grandeza y la nobleza de nuestro corazón que se esparce por la vida de quienes nos rodean sin reparo alguno.
Lo que una mujer valiosa no quiere:
No queremos ser mujeres que con lápiz labial, cubren palabras sospechosas, hirientes, engañosas. No queremos ser mujeres de pronunciadas caderas que se contonean de lado a lado, de forma engreída, bañada por ilusoria vanidad. No queremos ser mujeres de altos tacones que nos puedan hacer pensar que nadie está a nuestra altura. No queremos ser mujeres de largos cabellos, aquellos de egocéntrica caída y voluminosa ingratitud que ignoran a las personas que les necesitan. No queremos ser mujeres de manos hermosas, que no reparan en golpear y arañar los corazones de quienes nos rodean. No queremos ser mujeres de grandes pechos, secos, vacíos, plásticos… No queremos ser mujeres de cintura de látex y mentes maltratadas por los embates de la estrechez de nuestro pensamiento. No queremos ser mujeres de ojos grandes y mirada indolente. No queremos ser mujeres de cara bonita y pensamiento blando. No queremos ser mujeres cuyo aroma desaparece fácilmente en el viento.
¡Queremos ser más! Queremos ser más que bocas, más que caderas, más que pechos, más que ojos, más que plástico… Queremos ser mujeres de pasos grandes, mirada compasiva y besos amorosos; mujeres de vida y espíritu fértil; mujeres de decisiones, dulzura, fortaleza e inspiración.
Queremos lo el diseño original con el que Dios nos creo...
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
11. El corazón de su marido está confiado en ella, Y no carecerá de ganancias.
12. Ella le acarreará el bien y no el mal Todos los días de su vida.
13. Busca la lana y el lino, Y diligentemente trabaja con sus manos.
14. Es como la nave del mercader, Que trae su pan desde lejos.
15. Se levanta cuando aún es de noche, Da alimento a su familia, Y la porción asignada a sus criadas.
16. Evalúa un campo, y lo compra, Y del fruto de sus manos planta una viña.
17. Ciñe con fuerza sus lomos, Y fortalece sus brazos.
18. Ve que sus negocios van bien, Su lámpara no se apaga de noche.
19. Aplica sus manos a la rueca, Y sus dedos manejan el huso.
20. Extiende su mano al pobre, Sí, alarga sus manos al necesitado.
21. No tiene temor de la nieve por los de su casa, Porque toda su familia está vestida de vestidos dobles.
22. Teje tapices para sí, De lino fino y de púrpura es su vestido.
23. Su marido es respetado en la puerta,° Cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
24. Teje ropa de lino y la vende, Y provee ceñidores al mercader.
25. Está vestida de fuerza y dignidad, Y se sonríe ante el mañana.°
26. Abre su boca con sabiduría, Y la ley de la clemencia está en su lengua.
27. Vigila la marcha de su casa, Y no come su pan de balde.
28. Sus hijos crecen, y la bendicen, Su marido también la alaba diciendo:
29. Muchas son las mujeres hacendosas, Pero tú las has superado a todas.
30. Engañosa es la gracia y fugaz la hermosura, Pero la mujer que teme a YHVH, ésa será alabada.
31. ¡Dadle del fruto de sus manos, Y que sus mismas obras la alaben en la puerta!
Proverbios 31:10-31
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