martes, 1 de mayo de 2018

La Pureza Sexual que Dios creó





Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” Mateo 5:28


Hace algunos años hablar de sexo era aún considerado un “tabú”, tan solo mencionar la palabra o algunos temas relacionados era motivo suficiente para ser censurados o hacer sentir incómodo a más de uno. Hoy en día la sexualidad ¡está por todos lados! El enemigo se ha encargado de explotar la pasión e interés que genera el sexo en las personas para desvirtuar el propósito original con el cual Dios creó el sexo y la sexualidad. La sociedad ha reducido la sexualidad a una mera pasión y satisfacción física, ha hecho de ella una adicción tal que las personas defienden cualquier manera de satisfacción sexual como si fuera lícita, nadie puede acusar, señalar ni juzgar a quienes cometen actos perversos que van contra lo que la Palabra de Dios enseña. ¡Hoy más que nunca necesitamos ser un ejemplo de pureza y santidad sexual! Debemos ponernos de pie en medio de una generación en donde “todo es válido y debe ser tolerado” para dejar en claro que ¡no todo es aceptado por Dios! La sexualidad mal usada se puede convertir en un pecado que controle nuestra vida por completo y tiene el potencial de destruir relaciones, familias y comunidades enteras. ¡Nada causa mayor adicción que la satisfacción sexual desordenada! Los hijos de Dios debemos ser el ejemplo a seguir, debemos conocer el camino que lleva a la libertad de toda adicción y perversión y llevar a la gente a reconocer su situación, tomar decisiones y comenzar a caminar en pureza y santidad.

El estándar de la Santidad
“Han oído el mandamiento que dice: “No cometas adulterio”. Pero yo digo que el que mira con pasión sexual a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en el corazón”
. Como hemos visto en la lectura del día de hoy y seguiremos viendo en todo el primer mensaje público de Jesús conocido como el Sermón del Monte más que nuestras acciones externas el interés de nuestro Señor está en nuestro corazón, en quiénes somos en realidad cuando nadie nos ve y cuáles intenciones, pensamientos y motivos hay detrás de la fachada que le permitimos ver a las demás personas. Jesucristo regresó el estándar de la santidad sexual al nivel original, en aquellos tiempos la infidelidad matrimonial o adulterio era castigada duramente, en algunos casos incluso con la muerte y sin embargo los pensamientos llenos de lujuría, los corazones que codiciaban a otras mujeres, los cuerpos autosatisfacciéndose y los ojos llenos de lascivia nadie los señalaba ni castigaba. ¿No es esto algo muy similar a lo que vivimos hoy en día? ¡Todo se puede ver mientras no te descubran! La sociedad ha aceptado el sexo fuera del matrimonio como algo normal, ha decidido que el homosexualismo y el lesbianismo es simplemente otra orientación sexual y ha permitido que hombres y mujeres casados experimenten la lujuria y en alguos casos hasta la infidelidad bajo la bandera de un “liberalismo sexual” o una mentalidad abierta. ¡Esto no puede seguir así! Dios a través de su Palabra lo dice claramente en el capítulo 6 de la primera carta a los Corintios: “¿No se dan cuenta de que los que hacen lo malo no heredarán el reino de Dios? No se engañen a sí mismos. Los que se entregan al pecado sexual o rinden culto a ídolos o cometen adulterio o son prostitutos o practican la homosexualidad o son ladrones o avaros o borrachos o insultan o estafan a la gente: ninguno de esos heredará el reino de Dios”. El estándar de Dios es el siguiente: quienes pratiquen la inmoralidad sexual no entrarán al Cielo, sin excepción. Hemos olvidado que el día que estemos delante del trono de Dios para ser juzgados por nuestras acciones ¡las opiniones de la sociedad no servirán de nada! ¡Ningún argumento liberal o ideología tolerante tendrán mayor autoridad que los mandamientos de la Palabra de Dios! Quienes sean hallados culpables y no se hayan arrepentido ni hayan entregado el control de su vida a Jesús pasarán la eternidad sin Dios.

Corta de raíz con toda inmoralidad sexual
“Por lo tanto, si tu ojo —incluso tu ojo bueno— te hace caer en pasiones sexuales, sácatelo y tíralo. Es preferible que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno”
. Estas palabras fueron habladas directamente por Jesús, la consecuencia de la inmoralidad sexual será el infierno, un lugar que la Biblia menciona que estará lleno de dolor y lamento permanente. ¡Tomemos decisiones radicales el día de hoy para pasar la eternidad junto a nuestro Salvador! Jesús fue claro: corta lo que tengas cortar, detén lo que tengas que detener, sin tolerancia ni compasión. Porque ¡esta es la única manera de tratar con el pecado que nos controla! Siendo firmes en nuestras decisiones, eliminando toda fuente que lo alimente y decidiendo caminar en dirección opuesta. ¿Qué tienes que cortar en tu vida que te hace cometer inmoralidad sexual, codicia o lujuria? Tal vez sea alguna relación de noviazgo, alguna relación de amistad con alguien del sexo opuesto que te levanta pasiones equivocadas, tal vez debas cerrar temporal o permanentemente una cuenta de Twitter, Facebook u otra red social, tal vez necesites eliminar los contactos de aquellas personas que suben fotografías o imágenes que te llevan a pecar en tu mente. Piénsalo despacio, con atención y con honestidad: ¿qué debo cortar de mi vida para no pecar más? ¡Es preferible quedar mal con algunas personas pero vivir en santidad! Más de una vez tendremos que decir que no a ciertas invitaciones y tendremos que apartarnos de relaciones que nos atraen pero que sabemos bien que terminarán en fornicación, adulterio u otro tipo de pecado. ¡Sé valiente! ¡Mantente firme en tu compromiso con Dios de vivir en santidad! ¡Huye del pecado! Haz tuyo el consejo de Jesucristo y arranca por completo de tu vida cualquier cosa por pequeña que sea que detone la inmoralidad en ti. Escoge seguir a Jesús, escoge agradar al Señor tu Dios antes que a nada o nadie más.

 La Biblia enseña en el capítulo 5 del libro de Proverbios lo siguiente: “Los labios de una mujer inmoral son tan dulces como la miel y su boca es más suave que el aceite. Pero al final ella resulta ser tan amarga como el veneno, tan peligrosa como una espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte, sus pasos conducen derecho a la tumba. ¡Aléjate de ella! ¡No te acerques a la puerta de su casa! Si lo haces perderás el honor, y perderás todo lo que has logrado a manos de gente que no tiene compasión. Bebe el agua de tu propio pozo; comparte tu amor únicamente con tu esposa. ¿Para qué derramar por las calles el agua de tus manantiales teniendo sexo con cualquiera? Deben reservarla solo para los dos; jamás la compartan con desconocidos. Que tu esposa sea una fuente de bendición para ti. Alégrate con la esposa de tu juventud“. El corazón de Dios revelado en esta porción de Proverbios y a través de las palabras de Jesús en el capítulo 5 de Mateo es bastante claro, por más que la sociedad quiera disfrazarlo, diluirlo o cambiarlo, ¡la verdad de Dios no puede ser alterada! El camino de la inmoralidad resulta ser amargo, venenoso y peligroso, ¡puede acabar con tu vida espiritual, con tus relaciones de amor y destruir la familia que el Señor te ha dado! ¡Aléjate de la inmoralidad sexual! ¡No te acerques más a esos sitios de Internet llenos de pornografía, no entregues más tu cuerpo a cualquier persona ni menosprecies el orden que Dios le dio a la sexualidad! Reserva la sexualidad para disfrutarla con el hombre o la mujer con la que Dios te guiará a casarte. Ningún sexo se disfruta más que aquel que está libre de imágenes y malas experiencias del pasado. Lo que ves cuando nadie te ve Dios sí lo ve, lo que codicias en tu corazón y anhelas en tu mente Dios lo conoce. Necesitamos llevar nuestra vida al estándar de santidad que Él estableció. Toma decisiones el día de hoy, corta con toda fuente de tentación, cambia tus rutinas para evitar pasar cerca de aquello que te hace pecar pero por sobre todas las cosas ¡busca a Dios con todo tu corazón! Una relación de amor con Él y su Palabra te darán la motivación y determinación que necesitas para decidir vivir en santidad. ¡Sí es posible vivir en libertad de las ataduras del pecado sexual! Pero requerirá de ti un compromiso firme y perseverante en conocer más a tu Señor y en resistir toda invitación a pecar una vez más. Dios está contigo, escoge vivir en la libertad del Señor y decídete a disfrutar la pureza sexual como Él la diseñó.

  Si has estado viviendo en inmoralidad sexual hoy es un buen día para hacer un alto y cambiar de dirección. Pídele perdón al Señor por poner tu satisfacción personal por encima del deseo de agradarle. Pídele que te ayude a tomar nuevas decisiones.
  Si estás envuelto en una adicción sexual que por más que tratas de vencer no lo has logrado necesitas acercarte a hombres o mujeres que amen a Dios y puedan aconsejarte y ayudarte en el camino. Acércate a una iglesia cristiana en busca de ayuda.
  Corta con todo lo que alimenta tu satisfacción sexual, analiza tus redes sociales, tus revistas, libros, los programas, novelas o series que ves en la televisión, las personas del sexo opuesto con las que sales. Pídele al Espíritu Santo que te revele toda fuente de tentación y corta con ella.

¡Bendiciones!


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