Salmo 90
Señor, tú nos has sido refugio
De generación en generación.
Antes que naciesen los montes
Y formases la tierra y el mundo,
Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
Vuelves al hombre hasta ser quebrantado,
Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.
Porque mil años delante de tus ojos
Son como el día de ayer, que pasó,
Y como una de las vigilias de la noche.
Los arrebatas como con torrente de aguas; son como
sueño,
…
Acabamos nuestros años como un pensamiento.
Los días de nuestra edad son setenta años;
Y si en los más robustos son ochenta años,
Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,
Porque pronto pasan, y volamos.
¿Quién conoce el poder de tu ira,
Y tu indignación según que debes ser temido?
Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
Que traigamos al corazón sabiduría.
…
Cuando nos casamos, todos repetimos, de
una manera u otra las mismas frases...
...en la riqueza
y en la pobreza
...en la salud y
en la enfermedad
...hasta que la
muerte nos separe
En estos días en los que he estado en mi
casa he visto a mi madre cuidar de mi padre. La he visto bañarlo, cambiarlo,
afeitarlo. La he visto darle de comer, preparar sus medicinas y peinarlo.
Mi padre ya no puede hacer nada por sí
mismo. Apenas habla y da unos pasos. Su cabeza tampoco funciona muy bien ya.
Hay veces que no sabe con quién está hablando y otras en las que se empeña en
cosas como ponerse los zapatos veinte o treinta veces.
Y mi madre está ahí. Al pie del cañón.
Algunos días mejor, otros días peor. A veces con más ánimo, otras sin ninguno.
...en la salud y
en la enfermedad.
Hay un artículo sobre este tema que me
gustó mucho y que leí en The Huffington Post. Te traduzco algunas partes hoy por si te
sirve de ayuda, de ánimo o desafío.
El tiempo, como un arroyo de corriente incesante,
pronto nos arrastra a todos. Volamos, olvidados, como un sueño muere al
comenzar el día. Oh Dios, nuestra ayuda en los tiempos pasados, nuestra
esperanza para los años por venir. Sé tú nuestro guía mientras dure nuestra
vida y sé también nuestro hogar eterno.
“Nuestro Dios, nuestra ayuda”, verso 4.
Himno por Isaac Watts.
El Sr. G. Nos contó la historia de cómo
conoció a su esposa más de 72 años atrás. A los 95 años de edad, hablaba de ese
día como si no hubiera pasado el tiempo. Y, aunque la memoria de su esposa se
va evaporando poco a poco, ambos sonríen al recordarlo. Qué lindo creer que
algún día, a los 95, tu pareja pueda, no solo estar viva, sino hablar con
admiración y afecto profundos del primer encuentro, décadas atrás.
El Sr. G. dejó claro que su gozo no está
limitado al pasado o a cuando ambos eran jóvenes…
…Amar significa
sacrificarte por la otra persona. Esta es la mujer que amo. Uno no abandona a
alguien a quien ha amado durante 70 años.
Imagino que todos aspiramos a tener un
amor que dure. Uno que permanezca firme cuando estemos enfermos, débiles o
perdamos la cabeza, cuando esperemos que la memoria de lo que hemos sido
triunfe sobre la realidad de aquello en lo que nos hemos convertido.
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Este es un tipo de amor que perdura a lo
largo de los años, que permanece firme y estable a pesar de las muchas
tormentas de la vida, que se fortalece ante el desgaste de la rutina y prosigue
ante viento y marea en las pleamares de la vida.
Ese es el amor que quiero cultivar en mi
matrimonio. No puedo pretender que dentro de 40 años la relación de pareja
entre mi marido y yo esté fuerte y saludable si no la he cultivado, si no hemos
trabajado y nos hemos esforzado por crecer juntos, por superar obstáculos
juntos… por vivir juntos.
Los matrimonios
fuertes no son aquellos que no tienen problemas, sino los que toman la decisión
de enfrentarlos y superarlos juntos.
Dentro de la dureza de la situación de
mi padre, es muy lindo ver el cuidado amoroso de mi madre, su atención, su
cariño hacia su esposo de 50 años. No sé lo que nos espera a mi esposo y a mí,
pero es mi deseo cultivar una relación que nos permita vivir nuestro amor hasta
el final…
…en la salud y en la enfermedad
…hasta que la muerte nos separe.
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