viernes, 18 de agosto de 2017

LIDIA







Hechos 16:14 -15
Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad.  Y nos obligó a quedarnos.
Lidia tiene el honor de ser la primera creyente registrada en Europa. Era parte de un grupo de gentiles que se sentían atraídos por el judaísmo, pero que aún no se habían convertido.
Probablemente era una mujer griega que vivía en un asentamiento romano. Su nombre indica su procedencia: provenía de la región de Lidia en Asia Menor, más concretamente de la ciudad de Tiatira. En Tiatira los diversos oficios artesanos estaban organizados en gremios, siendo uno de los más importantes el de los tintoreros, conocedores del secreto de la tintura de púrpura con raíz de rubia (en vez de hacerla con crustáceos, como se hacía en otros centros productores de púrpura del mundo antiguo). Dicha tintura, luego llamada "rojo de Turquía". A la iglesia en Tiatira dedica Juan una de sus cartas en Apocalipsis 2:18-29.
La Biblia nos dice que era vendedora de púrpura. Que no se haga mención de su esposo y que, al mismo tiempo, se la describa como comerciante y dueña de casa sumado al hecho de que invitara a Pablo y a sus acompañantes a su hogar hacen pensar que era una mujer viuda de alto estatus social.
Junto a Pablo iban en este segundo viaje misionero Timoteo, Silas y Lucas. Habían estado recorriendo las regiones del Norte de Asia Menor, pero, una noche, Pablo tuvo una visión de un hombre macedonio pidiendo que fueran allí (Hechos 16:9). Obedeciendo a la voz de Dios, Pablo y sus compañeros de viaje dejaron Asia y pasaron a Europa cruzando el mar Egeo.
Vivía en Filipos, en la Macedonia griega, donde encontró a Pablo, quien estaba haciendo su segundo viaje misionero. Los hombres se la encontraron reunida junto a otras mujeres honrando el Sabbat en un río cerca de Filipos. Ese hecho nos dice que es muy probable que no hubiera suficientes hombres judíos en Filipos para abrir una sinagoga.
Pero Lidia estaba buscando de Dios, ella “adoraba a Dios” y cuando escuchó a Pablo ¡todo comenzó a cobrar sentido! Automáticamente su corazón se abrió para comprender el mensaje de salvación. Y tanto ella como su familia recibieron a Cristo y fueron bautizadas.
Juan 6:44
Ninguno puede venir a mí,  si el Padre que me envió no le trajere
 
Esto es algo que Dios debe hacer en todo aquel que cree. Es por eso que el elemento más importante en el evangelismo es orar a Dios para que abra los corazones de aquellos a los que se va a predicar para que haya una conversión verdadera.
Después de esto, Lidia insiste grandemente a Pablo y a los hombres que viajan con él que se queden en su casa. La Biblia dice que los “obligó”, de tantos ruegos y peticiones que les hacía para que se hospedaran allí.
La conversión de Cornelio (Hechos 16:15), de Lidia y su casa (Hechos 16:6-8) y del carcelero (Hechos 16:16-18) marcan el comienzo de la iglesia de Filipos. En Hechos 16:40 vemos como Pablo y los demás hombres, habiendo salido de la cárcel, fueron a casa de Lidia y “habiendo visto a los hermanos, los consolaron y se fueron”. Los creyentes comenzaron a reunirse en casa de Lidia y formaron una iglesia amada por Pablo que estuvo en su mente y en su corazón mientras esperaba su juicio en la cárcel de Roma (Filipenses 4:10, 14, 17-18).
La Escritura dice que Dios abrió el corazón de Lidia para responder al mensaje del evangelio. Y de ahí, nació la iglesia de Filipos. ¡Dios hace grandes cosas con corazones dispuestos!
Santiago 2:17
Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”
Lidia nos da el ejemplo de cómo un creyente debe responder al evangelio. Desde el primer momento en el que recibió a Cristo como su Salvador personal, el Espíritu Santo comenzó a hacer Su obra transformadora en ella y Lidia respondió con sus obras: hospedó a los misioneros y abrió su casa a los primeros creyentes de Filipos.
De la disposición del corazón de Lidia surgió el germen de la iglesia de Filipos. ¡Cuánto no podrá hacer Dios contigo si se lo permites! Seamos como Lidia y abramos nuestro corazón a Dios para que Él se glorifique a través de nosotras.

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