viernes, 29 de septiembre de 2017

Sus Regalos




En Juan 16:23-24 Jesús nos hace una promesa amplia, impresionante, gloriosa:
«En aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre, os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo.»
Por eso pedimos al Padre por aquellas cosas que anhelamos pues queremos el gozo abundante que Él nos ofrece. Y no pedimos cosas triviales de la carne, porque sabemos que el Apóstol Santiago dice: «Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.» No; oramos por una fe más grande, amor, santidad, sabiduría, discernimiento, por experimentar la gracia de Dios, audacia y gozo en Dios, a la vez que oramos por menos satisfacción en las cosas terrenales.

Respuestas inesperadas

Tales anhelos y oraciones son sinceros, y Dios se complace en responderlos. Pero no nos conocemos bien, ni la profundidad ni lo dominante de nuestro pecado; tampoco lo que realmente se requiere para recibir lo que pedimos. No podemos evitar imaginarnos ideas románticas e irreales, así como hacernos expectativas de lo que serán las respuestas de Dios a nuestras oraciones.
Por lo tanto, con frecuencia no estamos preparados para las respuestas de Dios. A menudo, Sus respuestas al principio no lucen como tales. Sino como problemas. Se ven como dificultades. Aparentan ser pérdida, desilusión, aflicción, conflicto, tristeza y egoísmo aumentado. Causan profundas luchas del alma y exponen pecados, dudas y temores. No son lo que esperamos, y con frecuencia no vemos cómo se relacionan con nuestras oraciones.

¿Qué debemos esperar?

Si pedimos a Dios amarlo más profundamente ¿qué podemos esperar? Respuestas que nos hacen más conscientes de nuestra depravación pecaminosa, porque aquellos a quienes mucho se les perdona, mucho aman, pero a los que poco se les perdona, poco aman. (Lc. 7:47)
Si le pedimos a Dios que nos ayude a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mar. 12:31) ¿qué podemos esperar recibir? Respuestas que nos obliguen a prestar atención inesperada a un vecino, a quien muy probablemente no pondríamos en esa categoría (Luc. 10:29), que nos incomoda e irrita.
Si pedimos estar más cerca de Dios, porque creemos que esa cercanía es buena (Sal. 73:28), ¿qué podemos esperar recibir? Respuestas que rompan nuestro corazón, porque Dios está cercano a los quebrantados de corazón (Sal. 34:18).
Si pedimos a Dios que nos haga sacrificios vivos (Rom.12:1) ¿qué debemos esperar recibir? Respuestas que quebranten y humillen nuestro corazón, porque el sacrificio que agrada a Dios es el espíritu quebrantado (Sal. 51:17).
Si pedimos a Dios una experiencia más profunda de Su gracia, ¿qué debemos esperar recibir? Respuestas que se opongan a nuestro orgullo y humillen nuestro corazón (Sant. 4:6)
Si pedimos a Dios que venga Su Reino (Mat. 6:10) en nuestra propia vida y en el mundo a nuestro alrededor, ¿qué debemos esperar recibir? Respuestas que revelen nuestra profunda pobreza espiritual, porque el reino es dado a los pobres en espíritu (Mat. 5:3)
Si pedimos a Dios que nos satisfaga con Él mismo para que no nos sintamos satisfechos tan fácilmente con los charcos de lodo del mundo, ¿qué debemos esperar recibir? Respuestas que nos lleven a estar cada vez más conscientes de la maldad, el sufrimiento y las injusticias del mundo, porque aquellos que tienen hambre y sed de justicia serán saciados (Mat. 5:6).
Si pedimos a Dios mayor discernimiento y sabiduría, ¿qué podemos esperar recibir? Una oleada ininterrumpida de respuestas confusas, muy complejas, difíciles de entender y resolver, porque la capacidad de discernimiento se forja con la práctica constante de distinguir lo bueno de lo malo (Hech. 5:14)
Si pedimos a Dios que «aumente nuestra fe» (Luc. 17:5) ¿qué debemos esperar recibir? Encontrarnos repetidamente ante situaciones donde descubramos que nuestra percepción no es digna de que pongamos en ella nuestra confianza, y así nos veamos forzados a confiar en las promesas de Cristo, «Porque por fe andamos, no por vista»  (2ª Cor. 5:7).
Si pedimos a Dios que nos ayude a «andar como es digno del Señor» (Col. 1:10), ¿qué debemos esperar recibir? Respuestas que demanden más humildad, bondad, paciencia y amor para soportarnos unos a otros (Ef. 4:2) de lo que jamás hubiéramos imaginado que fuera posible. Respuestas que pueden tratarse de destitución y malos tratos, que es la porción común de muchos santos a lo largo de la historia «de los cuales el mundo no era digno» (Heb. 11:38).
Si pedimos a Dios que nos ayude a dejar de servir al dinero, para que servirle mejor a Él, incondicionalmente, ¿qué debemos esperar recibir? Una incómoda cantidad de oportunidades de dar dinero, gastos que disminuyen las reservas que hemos estado acumulando, quizá la pérdida del trabajo; respuestas que nos empujan a menospreciar (ignorar, soltar, alejarnos de) el dinero y aferrarnos a Dios (Luc. 16:13).
Si pedimos que nuestro gozo sea completo (Juan 16:24) para experimentar felicidad en Dios, ¿qué debemos esperar recibir? Respuestas que hagan que los gozos terrenales que alguna vez creímos que eran ganancia, se vuelvan vacíos, huecos y los consideremos como pérdida y nos empujen a buscar el incomparable valor de conocer a Cristo Jesús (Fil. 3:8).

Espera lo inesperado

Cuando Dios empieza a responder nuestras oraciones, con frecuencia Sus respuestas nos desorientan. Las circunstancias pueden tomar un rumbo inesperado, la salud puede deteriorarse, surge una dinámica relacional que se torna dolorosa, pueden ocurrir dificultades financieras; y podrían surgir luchas emocionales y espirituales que no parecen estar relacionadas.  Podemos sentir que estamos yendo hacia atrás porque al parecer no nos estamos moviendo claramente hacia adelante.  Clamamos en medio de la confusión y exasperación (Sal. 13:1; Job 30:20) cuando lo que realmente está sucediendo es que Dios está respondiendo nuestras oraciones. Pero esperábamos que la respuesta se viera y se sintiera diferente.
Al ser verdad esto, nos podemos sentir tentados a ni siquiera pedirle a Dios por esas cosas. Digo, ¿quién quiere respuestas desagradables a oraciones por gozo?


No nos dejemos engañar con esta forma de pensar corta de vista. Recordemos la promesa de Jesús: «Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo» (Juan 16:24). Si el camino al gozo completo en ocasiones es difícil, y Jesús nos dice que es así (Juan 16:33; Mat. 7:14), ¡Esa no es razón para no tomarlo! ¿Qué quieres? ¿Gozos huecos, poco consistentes, sin profundidad? ¡No! ¡Persigue el gozo completo! Y recuerda lo que nos dice el escritor de Hebreos:
«Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia.» (Heb. 12:11
Cuando esperes respuesta de Dios a tus oraciones, espera lo inesperado.
Muchos de los regalos más grandes y gozos más profundos que Dios nos da, vienen envueltos en paquetes dolorosos.

¿Me Disculparías?



Tito 2:1, 3-5:  «Pero en cuanto a ti, enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina… Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.»
Considera los cinco principios en este pasaje:
  1. Pero en cuanto a ti, «a ti» se refiere a Tito, el pastor de la iglesia en Creta. El mandato a que las mujeres discipularan mujeres, fue dado a los líderes de la iglesia.
  2. Enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina. El mandato del evangelio de que las mujeres discipulen mujeres, debe llevarse a cabo en el contexto de predicar la sana doctrina
  3. Las ancianas…enseñen
Este no es un nuevo mandamiento. Esta es la gran comisión (Mat. 28:18-20), pero especifica en cuanto al género. No todo discipulado ha de ser específico de género, pero debe haber ocasiones en la vida de la iglesia cuando las mujeres enseñen a las mujeres y los hombres enseñen a los hombres.     

Enseñar (o formar) a las jóvenes

La palabra enseñar o formar incluye demostrarlo o modelarlo. Es un ministerio de nutrir y de maternidad espiritual. Pablo captura esta idea cuando les escribe a los tesalonicenses:
1ª Ts. 2:7-8 « …demostramos ser benignos entre vosotros, como una madre que cría con ternura a sus propios hijos. Teniendo así un gran afecto por vosotros, nos hemos complacido en impartiros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, pues llegasteis a sernos muy amados.»

Para que la palabra de Dios no sea blasfemada

No logro asimilar esta declaración en toda su extensión, pero sí entiendo esto: si desobedecemos este mandamiento, la Palabra de Dios será blasfemada.
Una manera en que la iglesia cumple la gran comisión es equipando a mujeres maduras espiritualmente para nutrir o ser madres espirituales de otras mujeres. No es suficiente con simplemente decir a las mujeres que deben discipular a otras. Debe haber una capacitación, identificación intencional, agrupando a las mujeres en espacios para compartir su vida y el evangelio, unas con otras. Hay varias maneras en que esto puede hacerse: grupos pequeños, relaciones de uno a uno, como parte de estudios bíblicos; pero lo más importante es que debe hacerse de una manera en que la Palabra de Dios sea honrada.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Amando mi tiempo con Dios







La simplificación al estudiar la Biblia es una práctica común hoy en día. Las iglesias se enorgullecen de dar sermones de 20 minutos, preferimos el mensaje de la Biblia que ha sido creado para “entenderse mejor”, y nuestras tiendas cristianas tienen en sus estantes una gran cantidad de libros devocionales. No hay nada malo en esto, al contrario, es muy necesario. Es sólo que a menudo nos volvemos dependientes de estas “muletas” para conducirnos por el camino de la vida cristiana.

El escribir este artículo es un tanto retante pues no soy misionera, ni soy la escritora de un best-seller cristiano. Tampoco tengo una vida de experiencia y sabiduría que me guíe a decirles a ustedes cómo estudiar la Biblia. Sólo soy una mujer cristiana tratando de encontrar la manera de pasar el proceso de santificación con una vida llena de fe, amor y gozo, y con las mismas dificultades y temores que tú.

Pero hay otra cosa que tú y yo tenemos en común con esos autores, oradores y pastores de sana doctrina. Tenemos la Biblia, El Espíritu Santo y el deseo de conocerle más profundamente. Así que por eso les comparto algunas indicaciones de como podemos estudiar la Biblia y llegar a verdaderamente amar todo el proceso al hacerlo.

ORACIÓN.

Esta es una necesidad absoluta en el estudio de la Biblia. Cada vez, antes de leer mi Biblia, oro al Señor por entendimiento y comprensión. Le pido a Dios que abra mis ojos a sus verdades y ablande mi corazón para aceptar Su sabiduría con obediencia y fe. A pesar de que he leído varias veces un mismo versículo, si algo perturba mi corazón o no entiendo algo, oro para que Él me revele lo que desea enseñarme- a veces Dios contesta de inmediato, otras veces Él me muestra mucho más tarde a través de una persona o sermón – pues Él sabe cuando estás lista para aprender y vivir algo nuevo espiritualmente hablando.

Regularmente usamos la Biblia que aparezca. La más común hoy en día es la Reina Valera del 60. Con esa Biblia crecimos e iniciamos nuestros caminos en el Señor. Pero hay más de 20 traducciones de la Biblia en el idioma español muchas de ellas con comentarios y referencias escritas por grandes hombres de la fe que nos llevan a profundizar más en las Escrituras.

CONOCER EL CONTEXTO

Antes de leer un pasaje, asegúrate de saber si fue escrito antes o después de que Cristo vino a la Tierra. ¿Quién fue el escritor? ¿Para quién se escribió? ¿Por qué fue escrito? Durante el período que fue escrito, ¿qué más estaba pasando en el mundo? Muchas Biblias proveen este contexto en la introducción de cada libro o en las notas o puedes investigar online acerca de esto. Los acontecimientos históricos se convierten en afirmaciones de las promesa de Dios que existen más allá del tiempo, las tradiciones y culturas.

DEVORAR LA PALABRA.

Lo confieso, he leido la Biblia sólo para sentir que cumplí con un deber. En la mayoría de las ocasiones, Dios en Su infinita gracia me ha permitido destacar uno que otro versículo, e incluso aprender algo nuevo, pero no experimentarlo o conocerlo a través de ese verso. Las veces que he aprendido más de las Escrituras, es cuando he leído cada palabra como si Dios me estuviera hablando directamente a mí, lo que me ayuda a atesorar cada palabra y frase por pasajes, destacando, tomando notas y sobre todo reflexionando de nuevo una y otra vez en el.

Enfoca toda tu atención en lo que estás leyendo – poniendo a un lado el teléfono, la computadora, la comida y todo lo que te pueda distraer. Encuentra un lugar en tu casa y hazlo tus rincón de lectura – un lugar donde tu cerebro sepa automáticamente que es el momento de Dios.

ESCRIBIRLO TODO

Siempre manten mi diario junto a tií para escribir todas las cosas que Dios te está enseñando ese día, porque la mayoría de las veces, puedes recordar la lección durante unos días, pero tarde o temprano comienza a desvanecerse.

Esto parece como que toma mucho tiempo, pero se supone que debe ser de esa manera! En Josué 1: 8 dice:

“Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito”.

Debemos meditar en la Palabra de Dios todo el tiempo – 24/7, 365 días al año. Por lo tanto, tomar las cosas con calma, leer un capítulo por día o incluso un verso de un día y pasar horas pensando y orando el mismo. Es el lugar donde el Rey de Reyes se hace evidente, palpable y real.

martes, 12 de septiembre de 2017

La Belleza de la Modestia


La belleza ha sido y será un tema de gran importancia para la humanidad –especialmente para aquellas del género femenino. Cada día hacemos un esfuerzo y gastamos gran cantidad de tiempo y dinero para hacernos a nosotras, a nuestras casas, carros y otros accesorios de nuestras vidas, tan bellos y atractivos como sea posible. No hay, por supuesto, nada de malo con querer ser bella y aun debemos ser cuidadosas en aprender lo que es precisamente belleza. Lo crean o no, las Escrituras tienen mucho que decir sobre la belleza, su fuente y como ésta se refleja en la vida y persona de una mujer cristiana. En este pequeño estudio vamos a centrar nuestra atención en sólo dos versículos del tercer capítulo de 1 de Pedro.
En el versículo 3, Dios hace el quizás la más profunda declaración sobre la genuina belleza centrada en Dios.
VUESTRO ATAVÍO NO SEA EL EXTERNO,… (1 Pedro 3:3)
Esto no significa que debamos lucir lo peor posible para que esa manera la belleza de Dios pueda brillar, o que todo lo concerniente a la belleza es vanidad. Dios simplemente está diciendo que la Belleza no viene de afuera. De hecho, los adornos externos son mas un estorbo para la verdadera Belleza que una ayuda. ¡Estamos tan preocupadas por nuestra ropa, cabello, maquillaje y accesorios! Sin embargo, esas cosas no guían más a una vida espiritual que a una atracción sensual de la carne. ¿Cuan frecuentemente nos vestimos para atraer las miradasí ¿No entendemos que “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”? (1 Juan 2:16) Y “si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” (1 Juan 2:16, 15). Debemos dejar de llamar la atención sobre nosotras mismas y buscar irradiar una Belleza tal que dirija todos los ojos hacia Dios.
Nuestro atavío no debe ser el externo, sino
SINO EL INTERIOR, EL DEL CORAZÓN, EN EL INCORRUPTIBLE ORNATO DE UN ESPÍRITU
AFABLE Y APACIBLE, QUE ES DE GRANDE ESTIMA DELANTE DE DIOS. (1 Pedro 3:3)
El “ser interior” es esa parte de nosotros que no podemos “ocultar” mágicamente con el ultimo encubridor de manchas de Cover Gils´s. Es esa parte de nosotros sobre la que Dios esta verdaderamente interesado. Como le dijo Dios a Samuel años atrás,
“…Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.”  1 Samuel 16:7
Si de verdad queremos ser hermosas (¡y lo somos!), nos debemos preocupar por nuestra condición espiritual. Estar envuelta en un vestido delicado no es tan importante como estar cubierta con un delicado y apacible espíritu. Estar vestida con la última moda no es comparable con ser llenas del Espíritu Santo y estar vestidas del Señor Jesucristo.
…antes bien sed llenos del Espíritu, (Efesios 5:18)
…sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne. (Romanos 13:14)
Llevar puestas joyas de oro cuesta menos que llevar joyas de virtud.
¿Estamos nosotras trabajando activamente con miras hacia la Belleza y virtud espiritual o vamos en miras de lo carnal, sensual, demoniaco y mundano? ¿Hemos olvidado la opinión de Diosí ¿Hemos considéralo lo que es “de gran valor para a Sus ojos”? Antes de que vayamos corriendo hacia la nueva tienda para comprar la moda más reciente, tenemos que poner delante de nosotros al Asesor de la Verdadera Belleza y examinarnos en Su espejo (Las Escrituras). No importa cuan “a la moda” estén nuestros atavíos externos, estos no maquillarán ni ocultarán la mancha de los defectos de una vida no controlada por el Espíritu Santo ni ocultarán nuestra falta de virtud y piedad femenina. Recuerda sabiduría de Proverbios:
“Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo Es la mujer hermosa y apartada de razón.” Proverbios 11:22
¿Está tu modestia en la luz de la Palabra de Dios o en las tinieblas de esta torcida y perversa generación? ¿Es tu ropa un reflejo de tu rostro y de la gloria de Dios brillando sobre éste? ¿O es tu ropa un retrato de tu cuerpo? Si tu cuerpo atrae las miradas (por causa de la ropa que llevas puesta) estás siendo una piedra de tropiezo y un mal testimonio de Cristo. ¡Te debes arrepentir!
Haz un examen concienzudo a tu closet. ¿Se conforma tu closet a la voluntad de Dios o a la voluntad de la carne y del mundo obsesionado con lo sensual?
“…en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
Entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. Efesios 2:2-3
Tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo, pertenece a Dios y algún día pertenecerá a tu esposo (si no estás casada aun). Como mujeres, cualquier adorno que llevemos no debe desviar la atención de las personas de lo que es más importante de nosotros: Cristo y lo que Él ha hecho.
Quiera Dios que las generaciones por venir den testimonio sobre la belleza de Dios en nuestras vidas, sobre nuestros rostros radiantes, y sobre la fortaleza, dignidad y virtud con la cual vestimos.

El Dominio del Reino de Dios

Daniel 7   “El reino del Altísimo permanecerá para siempre y todos los gobernantes le servirán y obedecerán.”  Daniel 7:27b Me ...