sábado, 5 de mayo de 2018

Escoge siempre hablar con la Verdad


Versículo clave:
“Pero sea su hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.” Mateo 5:37


 

Hace algunos años tras ir saliendo de una reunión de los jóvenes que nos juntábamos todos los viernes en la iglesia recibí una llamada a mi celular de parte de una amiga mía. Me contó que su hermano acababa de chocar su automóvil que le había costado muchos años de ahorros y esfuerzo  y como él no tenía licencia de manejar el seguro no le cubriría el gasto. El accidente había sido cerca de donde estaba así que llegué pronto con ella y algunos otros de los jóvenes ya habían llegado, recuerdo que me dijo: “David, me recomiendan que diga que yo iba manejando porque yo sí tengo licencia y así el seguro sí me dará la cobertura, ¿qué debo hacer?” Lo único que se me ocurrió contestarle fue: “Di la verdad, eso es lo correcto”. El auto fue pérdida total y el seguro solamente le cubrió la deuda que tenía con la afianzadora pero ella ¡se quedó sin auto ni dinero para comprar uno nuevo! Ojalá hablar con la verdad siempre fuera sencillo y nos diera los mejores resultados al instante pero lo cierto es que muchas veces no cosechamos los frutos de nuestra integridad hasta varios años después. Hoy ella está casada con un hombre que la ama y Dios los ha prosperado lo suficiente como para que tengan una vida mucho más abundante de lo que ella alguna vez pensó. ¡Dios honró su fidelidad! Aunque no fue ni en el tiempo ni en la manera en que ella hubiera esperado si hoy platicaras con ella te aseguro que te diría que el Señor siempre ha sido fiel con ella y que no se arrepiente de haber escogido honrarlo hablando con la verdad en esa y otras ocasiones. ¡Cada vez cuesta más caro hablar con la verdad en todo momento, con toda persona y en todo lugar! La sociedad nos tienta una y otra vez para que ocultemos “un poco de verdad” y accedamos así a recursos, posiciones y estatus que no tendríamos si escogiéramos hacer las cosas de manera correcta, o al menos esa es la idea que nos quiere vender el enemigo. Lo cierto es que Jesús se proclamó así mismo en el capítulo 14 del Evangelio de Juan como LA VERDAD, por lo que al darle la espalda a la verdad se la estamos dando a nuestro salvador. ¡Escoge siempre la verdad sin importar el precio que tengas que pagar! Escoge corresponder al amor y a la fidelidad de tu Señor.

Quien habla con la verdad no necesita juramentos
También han oído que a nuestros antepasados se les dijo: “No rompas tus juramentos; debes cumplir con los juramentos que le haces al Señor”. Pero yo digo: ¡no hagas juramentos!”. La Real Academia Española define un juramento como: “afirmar o negar algo poniendo por testigo a Dios, o en sí mismo o en sus criaturas”. En los tiempos de la Biblia de acuerdo al capítulo 6 del libro de Hebreos para poner fin a toda controversia las personas solían jurar por uno mayor que ellos, ¿por qué hacían esto? Porque su palabra no era suficiente, la reputación detrás de las personas era y sigue siendo que bajo un cierto nivel de presión todos mienten consciente o inconscientemente, parcial o totalmente. Así que la gente “garantizaba” que lo que decían era verdad jurando por Dios, por el Cielo, por la tierra, por Jerusalén o por su propia vida. Fue en este contexto que Jesús durante la enseñanza de su primer sermón declaró lo que leemos en la lectura del día de hoy: ¡no hagan más juramentos! ¡Dejen de tratar de recuperar su reputación afectada por sus mentiras usando el nombre de Dios, el Cielo o cualquier otra cosa que Él creó! Pues al decir que somos sus hijos pero vivir de manera deshonesta y con engaños ¡estamos dañando también la imagen que la gente tiene de Él! Más veces de las que quisiera he escuchado a gente decir: ¿y para qué quiero ser cristiano si él o ella que lo son viven igual o peor que yo? Jesús estaba haciéndonos un llamado a recuperar nuestra reputación, a dejar de mentir y manipular la verdad a nuestra conveniencia y comenzar a ser íntegros de modo que lo que decimos que somos (hijos de Dios) corresponda con la manera con la que vivimos y con las decisiones que tomamos cada día tanto en público como en privado.

Quien habla con la verdad es digno de confianza
Tras mencionar que no debemos hacer juramentos Jesús dice qué es lo que sí debemos hacer: Simplemente di: “Sí, lo haré” o “No, no lo haré”. Cualquier otra cosa proviene del maligno. Muchas veces he escuchado a cristianos expresar con asombro y desilusión que sienten que Dios no los usa o no respalda lo que hacen aún y cuando muchas veces lo que hacen es “para Él y su iglesia”. Las preguntas que en verdad deberían hacerse son: ¿soy digno de la confianza de Dios?, ¿soy un hombre o una mujer en quien el Señor puede depositar su poder para hacer exactamente lo que Él quiere sin agregarle nada de “mi cosecha”?, ¿soy capaz de dar un mensaje de parte del Señor sin alterarlo, ajustarlo o “corregirlo” a mi conveniencia e interés? Jesús fue claro al decir que quien no puede hablar con un “Sí” o un “No” y en cambio justifica sus palabras y las oculta en complejas explicaciones es porque ha abierto la puerta al enemigo de modo que siendo la verdad algo simple de decir la disuelve en interminables pretextos y argumentos. El apóstol Juan en su primera carta que escribió y que se encuentra registrada cerca del final de la Biblia menciona algunas acciones que al cometerlas le estamos dando la espalda la verdad y por lo tanto dejamos de ser dignos de confianza: Cuando decimos que no pecamos generalmente escondido tras frases como: “yo no le hago mal a nadie” (1a Juan 1:10), cuando decimos que conocemos a Dios pero no obedecemos sus mandamientos (1a Juan 2:4), cuando negamos que Jesús es el hijo de Dios con nuestras palabras o estilo de vida (1a Juan 2:22), cuando decimos que amamos a Dios pero aborrecemos a nuestro prójimo (1a Juan 4:20) y cuando no le creemos a Dios lo que nos ha prometido. (1a Juan 5:10) Pareciera que hubiéramos olvidado que si hay alguien digno de confianza es nuestro Señor, quien nunca miente ni engaña, no hay orgullo ni deseos de manipulación en su corazón, no oculta la verdad ni hace promesas que no cumplirá. El capítulo 23 del libro de Números lo capta muy bien: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?“.


 Dios a través del apósotl Pablo en el capítulo 4 de su carta a los Efesios nos enseña lo siguiente: “Por lo cual, desechando la mentira, haben la verdad cada uno con su prójimo“, ¡Es un mandato hablar con la verdad! Es una instrucción que debemos seguir y obedecer sin importar el precio que tengamos que pagar, porque es un hecho que hablar con la verdad cada vez es más caro que hablar con mentiras y engaños. Pablo mencionó que una de las razones por las que debemos hablar con la verdad es porque somos miembros los unos de los otros por lo cual al mentirle a personas que aman a Dios ¡es como si te mintieras a ti mismo! Y además al mentirle a quien pertenece al cuerpo de Dios ¡también le estas mintiendo a Él! Hace uns meses me tocó escuchar una conferencia de Josh McDowell, un reconocido autor de libros y ávido defensor de la verdad de Dios, uno de sus libros titulado: “Es bueno o es malo” fue de gran influencia en mí vida cuando tuve oportunidad de leerlo, McDowell mencionaba que muchas veces escogemos mentir porque al hacerlo postergamos el castigo, en mi trabajo a este tipo de actitudes le llaman: “patear el bote” haciendo referencia a alguien que va caminando y en lugar de recoger un bote que encuentra tirado lo va pateando mientras camina, lo que no hemos entendido es que postergar la confrontación de nuestra mentira y seguir ocultando la verdad lo único que hace es agravar las consecuencias. Porque para ocultar una mentira necesitamos de otra y otra y otra más de modo que cada vez es más difícil revelar la verdad y cuando finalmente lo hacemos nuestra reputación y credibilidad ha caído por los suelos. ¡No llegaríamos hasta ese momento si escogiéramos siempre hablar con la verdad y siguiéramos la instrucción de Jesús de hacer que nuestros “Sí” y “No” no pierdan su validez! Paguemos el precio que requiere la verdad, vivamos de manera íntegra e irreprensible para que la gente al conocernos tenga una experiencia con la honestidad y rectitud de Jesucristo impregnada en nuestro modo de comportarnos. ¡Los hijos de Dios deberíamos ser las personas más confiables sobre la faz de la tierra! Desechemos la mentira, cerrémosle la puerta y depositemos nuestra confianza y esperanza total en que si vivimos de manera recta y limpia cosecharemos del Señor bendición, paz, abundancia y seremos dignos de su confianza.

 Pídele al Espíritu Santo que te muestre qué tanto has dejado que la mentira tome el control de tu estilo de vida, tus palabras y tus decisiones. ¡Pídele perdón al Señor por poner tu confianza en tus mecanismos de engaño por encima de en su Palabra y sus promesas! Todos hemos pecado mintiendo, llénate de la verdad de su Palabra para que comiences a sustituir las mentiras del enemigo en tu mente por las promesas del Señor.
 Si has mentido recientemente o hay engaños que llevas por años en el corazón hoy es el día de frenar la mentira. Ponte a cuentas con Dios y luego vé y confiesa la mentira y engaño que has mantenido por tanto tiempo, pide perdón, da el primer paso para recuperar tu integridad y decídete a vivir de manera ejemplar como lo debe hacer un verdadero hijo de Dios.

¡Dios te bendiga!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El Dominio del Reino de Dios

Daniel 7   “El reino del Altísimo permanecerá para siempre y todos los gobernantes le servirán y obedecerán.”  Daniel 7:27b Me ...