La historia de Ana y Elcaná es una de esas historias de amor realmente demostrado y respaldado con Dios a través de un milagro.
La Biblia cuenta: “Elcaná tenía
dos esposas: Peniná y Ana. Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía
ninguno” 1 Samuel 1:2 (Traducción en lenguaje actual). Para el
tiempo antiguo ser estéril era como deshonra por eso era muy duro para
una mujer no poder dar hijos a su esposo. Sin embargo Elcaná amaba de
una manera especial a Ana.
La Biblia dice que: “Cuando Elcaná presentaba un animal como ofrenda, les daba una parte de la carne
a Peniná y a sus hijos. Pero a Ana le daba la mejor parte porque la
amaba mucho, a pesar de que Dios no le permitía tener hijos” 1 Samuel
1:4-5 (Traducción en lenguaje actual). El amor de esposo de
Elcaná era demostrado, y es que el verdadero amor va más allá de las
lindas palabras o buenas intenciones, el verdadero amor se traduce en
acciones, en comprensión, en tolerancia, en respaldo, en compañía en los momentos más difíciles.
Peniná la otra esposa de Elcaná
molestaba y se burlaba de Ana por no poderle dar hijos a su esposo, eso
hacía que Ana se sintiera triste a tal punto que lloraba mucho y
provocaba que hasta ni quisiera comer. Cada año que iban al santuario a
ofrecer sacrificio Peniná trataba así de mal a Ana entonces en una
ocasión de esas Elcaná le dice lo siguiente a Ana: “En una de
esas visitas, Elcaná le preguntó a Ana: «¿Por qué lloras? ¿Por qué no
comes? ¿Por qué te afliges? Para ti, es mejor tenerme a mí que tener
muchos hijos»” 1 Samuel 1:8 (Traducción en lenguaje actual).
Realmente Ana se sentía triste, anhelaba un milagro de Dios, una respuesta que hiciera terminar todo ese episodio triste que por años había soportado: “Ana
dejó de comer, se levantó y se fue a orar al santuario. El sacerdote
Elí estaba allí, sentado junto a la puerta. Ana estaba tan triste que no
dejaba de llorar. Por eso oró a Dios y le hizo esta promesa: «Dios
todopoderoso, yo soy tu humilde servidora. Mira lo triste que estoy.
Date cuenta de lo mucho que sufro; no te olvides de mí. Si me das un
hijo, yo te lo entregaré para que te sirva sólo a ti todos los días de su vida. Como prueba de que te pertenece, nunca se cortará el cabello»” 1 Samuel 1:9-11 (Traducción en lenguaje actual).
La tristeza de Ana y su anhelo de que
Dios la escuchara la llevo a hacer una de las oraciones más sinceras y
con una promesa especial delante de Dios. Y es que cuando somos sinceros
con Dios, cuando realmente disponemos nuestro corazón para encontrarnos
con Él y expresar sinceramente lo que sentimos y lo que anhelamos, Dios
nunca se quedara callado, Dios ha de responder.
La Biblia dice que Ana oraba a Dios en Silencio: “Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella. Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.” 1 Samuel 1:12-13 (Reina-Valera 1960).
Este pasaje nos muestra que muchas veces no es necesario gritar o hacer
tanto ruido o escándalo para que Dios pueda escuchar nuestra oración.
La Biblia dice que Ana hablaba con Dios en su corazón, ¡Que importante es tener a un Dios que examina nuestro corazón!,
que lindo es saber que Dios sabe la necesidad que tenemos sin que se lo
gritemos, y es que tenemos que saber que Dios no está sordo y escucha mas allá de nuestras lindas palabras, nuestro corazón necesitado.
A veces creemos que entre más gritemos,
que entre más fuerte alcemos nuestra voz para orar a Dios, mas rápido o
mejor nos escuchara, pero la realidad es que Dios responde no en base a
que tan fuerte le pidamos, ni en base a que lindas palabras le
expresemos, sino en base a la necesidad que hay en nuestro corazón y la fe que tengamos en que Él cumplirá.
El sacerdote Elí pensó que Ana esta ebria y trato de reprenderla, sin embargo Ana le responde: “Pero
Ana le respondió: —Señor mío, no crea usted que estoy borracha. No he
bebido vino ni cerveza. Estoy muy triste, y por eso estoy aquí
suplicándole a Dios que me responda” 1 Samuel 1:15-16 (Traducción en
Lenguaje Actual).
Frente a la aclaración de Ana, Elí el
sacerdote comprendió la necesidad que había en esa mujer de una
respuesta de Dios y le dijo lo siguiente: “Entonces Elí le
contestó: —Vete tranquila, y que el Dios de Israel te conceda lo que has
pedido.” 1 Samuel 1:17 (Traducción en Lenguaje Actual).
Ana recibió por fe las palabras que el sacerdote Elí a tal punto que dice la Biblia: “Y
Ana le dijo: —¡Usted sí me comprende! Dicho esto, Ana regresó a comer y
dejó de estar triste” 1 Samuel 1:18 (Traducción en Lenguaje Actual).
La reacción de Ana frente a las palabras
del sacerdote me llama mucho la atención, ya que ella recibió por FE
esas palabras y las creyó a tal punto que dejo de estar triste y volvió a
comer, en pocas tomo como ciertas esas palabras y se dispuso solo a esperar a que se cumplieran, porque si de algo ella estaba segura era que Dios iba a cumplir.
La Biblia narra lo que entonces sucedió: “Temprano
a la mañana siguiente, la familia se levantó y una vez más fue a adorar
al Señor. Después regresaron a su casa en Ramá. Ahora bien, cuando
Elcana se acostó con Ana, el Señor se acordó de la súplica de ella, y a
su debido tiempo dio a luz un hijo a quien le puso por nombre Samuel,
porque dijo: «Se lo pedí al Señor»”. 1 Samuel 1:19-20 (Nueva Traducción
Viviente).
Hay algo que cada uno de nosotros
debemos de saber y es que Dios está presente en nuestras necesidades y
cuando nosotros creemos a sus promesas, Él honrara nuestra fe.
A través de la Biblia podemos ver muchos
casos de hombres y mujeres que creyeron en Dios, que no dudaron y que
confiaron en que Dios cumpliría, cada uno de ellos recibió lo que creyó,
porque Dios honra la fe de los que le creen.
Quizá en este momento estés enfrentando una tristeza debido al mal momento que puedas estar pasando, pueda que en tu corazón hay un anhelo muy fuerte de que Dios conteste
tu petición, quizá has llorado mucho, quizá la has pasado mal, pero hoy
quiero invitarte a creer en lo que Dios quiere y puede hacer en tu
vida.
No importa qué situación te este robando
la paz o la sonrisa de tu rostro, lo que si realmente importa es la
confianza y la fe que puedas demostrar para recibir lo que tanto
esperas.
El sacerdote Eli le dijo a Ana: “Vete tranquila, y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido”.
Hoy quiero orar con convicción, creyendo en que Dios se acordara de ti y
obrara en tu vida y en la situación que puedas estar viviendo. Por
favor, cree en lo que Dios va a hacer y recibe esta palabra:
“Dios mío, te doy gracias por tus
bondades y tus misericordias, te doy toda la Gloria, la Honra y la
Alabanza por todo lo que has hecho, estás haciendo y harás. Este día
quiero pedirte especialmente por todas aquellas personas que están
esperando una respuesta tuya, quizá un milagro, Padre inclina tu oído a
sus oraciones, examina sus corazones, mira cada necesidad, observa cada
corazón triste y necesitado, Dios mío por favor te pedimos en el Nombre
de Jesús que puedas contestar esas peticiones, que puedas aumentar la fe
de muchos, que puedas hacer de lo que no es algo que sea, hoy te pido
con todo mi ser que puedas obrar a favor de todos aquellos que con un
corazón sincero están este día delante de ti pidiendo tu favor, Dios mío
obra libremente y muévete con tu mano poderosa en medio de tu pueblo.
Toca las vidas de cada persona que en este momento cree en lo que tu
harás, sana al que esté enfermo, provee al que este en escases, permite
concebir y dar a luz a aquellas mujeres que tienen mucho tiempo de estar
pidiendo ese milagro, que hoy sea el día de su milagro, que hoy sea el
día en el que tú les concederás su petición. Padre mío, yo lo creo, creo
en lo que estás haciendo, creo en lo que harás, creo en lo Poderoso que
eres para cumplir cada petición, por eso hoy depositamos totalmente
nuestra confianza en ti, creyendo que cada persona recibirá su respuesta
en base a su fe y en base a tu voluntad, obra de una forma especial
este día. En el Nombre Poderoso de Jesús, Amén”.
“Vete tranquila, y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido”